Hace exactamente un año publiqué por última vez en este blog que pensaba quedaría perdido. Hoy, tras doce meses de indecisiones y vuelcos inesperados en mi camino, vuelvo a dar nuevos pasos por el derrotero de mis convicciones.
Siempre me vi en camino a un conflicto, cámara en mano, con las intenciones de convertirme en uno de los más renombrados fotógrafos de guerra del Perú. Aún no lo logro. No obstante, en una conversación con Guillermo Giacosa, ese hombre que (y nadie me dejará mentir) sabe cómo vivir cada segundo de su existencia, descubrí que la vida se remite a un pabilo caprichoso que el viento maneja a su indecifrable suerte y al que debemos adecuarnos para poder sonreir.
Santiago, mi hijo, nació hace apenas un mes, como para pensar que los sueños se alejaban, pero aquello no sucedió. Todo lo contrario. Este 11 de mayo de 2010 he descubierto que mis convicciones siguen intactas. El camino es ondulado y de seguro costará, pero no es nada que no pueda surcar.
La imagen de más arriba me habla de un lenguage bipolar que, a mi juicio, tiene mucho que ver con la vesania, aquella locura de genio que te lleva a la luz, y que, desde la sombra, te sonríe y da fuerzas para dar el siguiente paso.
Ha pasado un año y la imagen de Paolo Pellegrin dicta que mis convicciones siguen intactas, que a pesar de lo repentino, la voluntad no se quiebra, que la vida sigue y estamos aquí para luchar por ella día a día.
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