Siento que la mirada me atacó fugaz, sin contemplar piedad alguna. Llegaron las marismas y ahora los ecos que trasfiguran infinitos. Pienso y no siento. Impotencia. Capricho. Vaìvén. ¿Quién carajo puede ayudar, ayudar a morir, a podrirme contigo? ¿Volverá tu piel mortecina a ahogarme en el mar del espanto? Ojos, labios carnesí, una mirada moribunda, como espetada del mundo de los muertos. Y la puta nostalgia que aparece. Estupidez la mía, pues se que volverá. Apúntame y dame muerte, una vez más, a tu manera. Petit morte. Linda petit.
sábado, 22 de marzo de 2008
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