La lucha histórica, la gran causa común, la búsqueda de lo que en algún momento se quedó trunco, perdido en los remolinos de la burocracia, de la desidia y la conchudez. Los miles de fonavistas esparcidos a lo largo de todo el territorio nacional, están a punto de llegar al fin de su lucha. El retorno de los fondos que aportaron al gobierno para recibir a cambio una vivienda, y que fueron con los años prostituidos y traficados para finalmente perderse en la maroma de las jugarretas estatales, está a la luz del día, en la vereda del frente, casi casi en la palma de la mano. Aún falta cruzar el asfalto, sólo el asfalto, para lograr la victoria, el triunfo que buscan día a día con denodada perseverancia y que se ha convertido en imágenes repetidas en los medios escritos, y digo escritos, porque los televisivos ni siquiera tocan el tema.
La lucha histórica, la gran causa común está llegando a su final feliz, y no podía ser otro. Resta pelear un poco más, rebuscar los fondos, presionar a las autoridades, pero los fonavistas son viejos zorros en estos intrincados bosques. Lo lograrán, con la mirada al poniente, incólume, como la voluntad misma.
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