En lo alto de Tablada, Villa María del Triunfo, se encuentra el jirón Machu Picchu, una de las vértebras que sostienen toda una subcultura de la pobreza y el subdesarrollo. Parte de lo que también tenemos que llamar Perú, aunque a muchos les cueste, Tablada se yergue como el estandarte de lo chicha, lo chusco y lo huachafo; de lo delincuencial y la depresión.
En este panorama pos apocalíptico se edifica, en cimientos colocados por inmigrantes de todo el país, la identidad del limeño de hoy, hijo de la escasez y esclavo de la necesidad. En la imagen: Agua, una fotografía extraída de mi visita a Tablada, corta, pero punzante, como las dagas de la calle.
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