Nativos de Pichanaki llegaron a la ciudad en busca de respuestas ante la incongruencia entre las promesas y las verdades. En esa medianía, que no deja entrever más que la mera sensación de sentirse burlado, poco más de un centenar de personas se apostaron frente al Congreso de la República y gritaron airados sus ganas de encontrar soluciones.
La selva, ese espacio que los peruanos parecemos querer olvidar siempre, no puede seguir siendo el apéndice de esta obra llamada Perú. No esperemos que las tragedias y los fuegos estallen de nuevo, que se repitan los errores de años atrás. Tengamos la mirada fija, vigilante, que Pichanaki es Perú también, con su diversidad, su caos, sus necesidades. Escuchemos. Veamos.
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